La cadena de Atresmedia inició sus emisiones hace tres décadas, abriendo el camino hacia la modernidad en un sector que se encuentra en un nuevo punto de inflexión ante las nuevas formas de consumo audiovisual
Quizá extrañe a los más jóvenes, pero hace tres décadas en España las opciones para viajar en avión o contratar una compañía de teléfono no existían. Eran sectores monopolio del Estado, al igual que la televisión. En ese pasado, no tan lejano, sólo existían los canales públicos. Por eso la llegada de las cadenas privadas en 1990 supuso una auténtico hito social en nuestro país.
El 25 de enero de ese año comenzó a emitir Antena 3 inaugurando la televisión privada en España. Después le seguirían Telecinco (3 de marzo) y Canal+ (14 de septiembre). La novedad no fue global porque la cobertura no alcanzaba a todas las ciudades y la necesaria adaptación de las antenas receptoras hacía que en muchas casas no llegara la señal. España quedó dividida en dos: los que comentaban el último capítulo de Farmacia de guardia, Humor amarillo o El día después y los que ponían cara de envidia.
En el ámbito político y económico, la llegada de la televisión privada desató una feroz batalla de intereses. Varios grupos se volcaron en entrar en el nuevo y prometedor mercado audiovisual, pero todo dependía del Gobierno de Felipe González. Después de un tortuoso proceso, en el que se generaron rivalidades que perduran hasta hoy, se produjo la adjudicación de tres licencias, las auspiciadas por Javier Godó (Antena 3), Silvio Berlusconi (Telecinco) y Jesús Polanco (Canal+) (…)
En 2013, Antena 3 se fusionó con La Sexta, unión que dio pie a la configuración de un conglomerado audiovisual bajo la denominación de Atresmedia, con Planeta como accionista de referencia, y que actualmente incluye otros cuatro canales de televisión (Neox, Nova, Mega y Atreseries) y tres emisoras de radio (Onda Cero, Europa FM y Melodía FM).
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